miércoles, 25 de mayo de 2011

Leer sin saber leer

Lo primero que pensé al leer el título de este artículo, “leer sin saber leer”, fue la obligación a la que se somete a los niños por empezar a leer sí o sí. Considero que antes han de estar preparados para hacerlo y haberles motivado e interesado para que lo hagan de manera autónoma y tomándolo como parte de su diversión y tiempo de ocio. Por esto iniciarles en la vida de la lectura es muy importante, pero siempre y cuando no se les obligue y, como bien dice Irene Vasco, la autora del artículo, involucrándose de manera afectiva, porque si no es así no funcionará.
Si les entregamos los libros sin más y no hacemos que se interesen por ellos y disfruten lo único que conseguiremos es que se alejen de ellos y que los usen para cualquier cosa menos para leer. Si por el contrario, los niños han vivido rodeados de libros y por supuesto por brazos afectuosos serán ellos mismo quienes autónomamente decidan acudir a buscar los libros y por decisión propia leer sus cuentos, de esta manera se conseguirá que la biblioteca sea el lugar más visitado y mejor cuidado.
Como dice el poeta africano, que cita Irene Vasco en el artículo, “sólo lo que se ama se cuida y se conserva” con esto estoy totalmente de acuerdo, es bien cierto porque todo lo que queremos y tenemos cariño lo cuidamos muchísimo. Con lo cual todos los que rodeemos a los niños en su primera etapa hemos de descubrir el disfrute por la lectura, primero nosotros, para saber transmitirles a ellos los beneficios de la lectura y así conseguiremos que lo vean como un momento de disfrute y no de obligación. Hemos de ser nosotros primeramente los que disfrutemos con ello porque somos sus referentes, están continuamente observándonos y los niños aprenden principalmente por este “método”, la observación.
Logremos entre todos que esto verdaderamente sea así y que los niños disfruten con la lectura, que tantos beneficios les trae, como bien dice Irene Vasco, son unmedio para conocer y reconocerse, para dejar un deseo de saber más y para proporcionar mundos simbólicos que permiten abordar los temores de manera segura.

domingo, 22 de mayo de 2011

Comparación entre "hadas y brujas" y "la madre oculta"

Voy a hacer un comentario comparando los siguientes artículos, ya que van referidos al mismo tema: “la madre oculta” de Gerardo Gutiérrez y “entre hadas y brujas” de Teresa Durán.
Primeramente decir que ambos hablan sobre las hadas y las brujas y dicen que los dos son personajes de la literatura tradicional, la folclórica, aunque en esto se les pueda relacionar a la vez es donde se encuentra una primera diferencia y es que para Teresa Durán no son personajes protagonistas, dice que no son nunca las heroínas, sin embargo, para Gerardo Gutiérrez sí lo son, sí las considera protagonistas.
Lo primero que hace Teresa Durán es hacer una distinción entre los cuentos tradicionales y los cuentos populares, como ya sabemos, los cuentos tradicionales (folclóricos) no tienen un autor definido, su autor sería el tiempo y la gente del pueblo ya que son ellos quienes los transmiten oralmente de generación en generación hasta llegar a la actualidad y es por eso que los conocemos. Sin embargo, los cuentos de autor sí tienen un único autor y se les conoce porque se han hecho muy populares. Es importante conocer esta distinción para saber cuáles son cuentos folclóricos y cuáles de autor, aunque bien es cierto que a veces es fácil confundirlo ya que los cuentos de autor se hacen tan conocidos que hasta se olvida el autor, como es el caso de “Patito Feo” al cual hace referencia Teresa Durán, se ha olvidado que es de Andersen por lo que se piensa que pudiera ser folclórico.
Siguiendo con el artículo de Teresa Durán, “entre hadas y brujas” mencionaré en este momento las características que diferencian a hadas de brujas: piensa que las hadas nacen (si nacen) hadas, son hadas y mueres (si mueren) hadas, dice que no importa tanto su origen o su final como su ser, que existen como tales y eso basta. Por el contrario las brujas se hacen a sí mismas, nacen mortales como cualquiera de nosotros, y por propia voluntad se hacen brujas y como aprenden, como cualquier alumno necesitan un maestro y en este caso es el diablo, sí el mismísimo diablo, haciendo éste los secretos de la brujería, aunque entre ellas también se enseñen trucos y se ayuden. Pero considera que este hecho, que las brujas tengan que iniciarse en la brujería y aprender con un maestro las convierte en seres frágiles y vulnerables.
También piensa que tienen algo en común y es que ambos personajes, hadas y brujas, tienen dones, siendo éstos muy parecidos: filtros, brebajes, pócimas, alfileres… pero entonces, ¿por qué se les considera a las brujas malas y a las hadas buenas? Porque las hadas no ganan nada con esos dones, sin embargo las brujas sí y se las castiga por ello. A sí que la diferencia se encontrará en “me hizo bien, luego es un hada. Me hizo mal, luego es una bruja” se seguirá teniendo esa creencia.
Considera que el hada está mucho más cerca de las princesas ya que éstas representan lo bello e inalcanzable que se da en la adolescencia, mientras que las brujas lo están de las madrastras, simbolizando éstas el dolor y la impotencia de luchar contra el paso del tiempo. Aunque ambas participan en el viaje iniciático del o la protagonista.
Sin embargo, para Gerardo Gutiérrez, “la madre oculta”, tanto hadas como brujas, son representaciones de la madre. Piensa que la madre en estas historias desparece, ya sea porque muere o porque se va de viaje, siendo así sustituida por la madrastra (hada o bruja), con la que el niño o niña protagonista se encara y resuelve una serie de conflictos.
Posteriormente podemos ver como Gerardo Gutiérrez se basa en las clasificaciones e investigaciones de Propp, distinguía entre tres maneras de maga: la maga donante que es la que ayuda al héroe y le regala objetos mágicos, la maga raptora que es la que rapta a los niños y la maga guerrera. Y Gerardo Gutiérrez, con esta clasificación, considera que en la maga donante se refleja el hada y en la maga raptora la bruja, y es en el viaje iniciático donde la maga juega un papel fundamental en la historia, el niño pasa la transformación de niño a adulto por la intervención de la maga raptora, bruja, ayudada por la maga donante, hada.
A sí que como dice Gerardo Gutiérrez, la maga es una representación materna bastante singular, pues es sólo madre, pero nunca esposa, ni en el presente ni en el pasado.
Me ha gustado mucho poder leer estos dos artículos y descubrir que de una misma cosa hay pensamientos diferentes. Nunca había tenido la oportunidad de saber las diferencias que pueden existir entre las hadas y las brujas, sí que sabía que a la brujas se las consideraba las malas y a las hadas las buenas pero nunca he sabido porqué, ahora sí lo conozco. Me han parecido unos artículos muy interesantes ya que era algo desconocido para mí.

Sugerencias para padres sobre los niños pequeños y los libros

En este artículo, “sugerencias para padres sobre los niños pequeños y los libros”, Luisa Mora da una serie de propuestas y pautas para que iniciemos a los niños a la lectura. Aunque el artículo vaya dirigido a los padres considero que también es importante para los maestros o futuros maestros, para tener una pequeña guía. Debemos saber que tanto padres como maestro de Educación Infantil tenemos un papel fundamental en la adquisición del hábito a la lectura.
Si el niño ve que sus padres, en casa tienen una actitud positiva y de disfrute hacia la lectura él adquirirá la misma sensación, será capaz de darle importancia a la lectura ya que ha nacido con la posibilidad de ver otra manera de ocio que no sea la televisión, a lo cual ahora se están acostumbrando. Sin embargo, si desde un principio, quienes les rodean no tienen esa actitud positiva el niño rechazará los libros ya que cuando lo vea en la escuela lo entenderá como una imposición y no lo entenderán como una manera de ocio y disfrute. No lo ven como una manera de conocer cosas diferentes y sumergirse en nuevas aventuras sin necesidad de salir de casa o de encender la televisión y jugar a los videojuegos.
Quizá como hemos dicho muchas veces la falta de lectura venga desde la escuela y será por eso, en parte, por lo que haya padres que no interesen a sus hijos en la lectura, pero considero importante que ellos se informen sobre la importancia de la lectura y que poco a poco vayan entendiéndole y fomentando la iniciación en la lectura en sus hijos. Es tan sencillo como pasar un tiempo con ellos para que los niños disfruten, junto con sus padres, de los libros, ya que de ellos se obtienen muchos beneficios.
Son muchos los padres que no saben qué libros escoger para sus hijos, por la gran cantidad que hay de ellos y no saber donde poder acudir para una buena orientación sobre esto, donde puedan decirles cuales son los más adecuados para su edad. Lo más normal es ir a una papelería y preguntar pero he de decir que existen muchos profesionales que pueden informar sobre esto, como son los libreros o bibliotecarios. Existen muchas librerías infantiles donde podemos informarnos y tener una orientación sobre los mejores libros en las que están estos profesionales que pueden asesorarnos acerca del mejor libro para un niño o niños en concreto. E incluso yendo a estas bibliotecas los niños tienen la oportunidad de ser ellos mismos quienes vean, toquen, miren el cuento que más les guste y sean ellos mismos los que decidan cuál es el cuento que más les interesa.
Tenemos que saber y conocer que el niño pasa por diferentes etapas y en cada una de ellas tiene necesidades diferentes y es por esto por lo que debemos informarnos bien para conocer el libro más adecuado para cada uno de ellos. Es necesario que les acompañemos en sus primeros pasos.
A continuación expondré las diferentes pautas que nos da la autora, Luisa Mora, en este artículo, para que los niños, según su edad, puedan disfrutar de los mejores libros y cuentos acordes a su edad.
Libros para bebés de 0 a 18 meses.
Leyendo esta edad parece una edad muy temprana para iniciarles en la lectura, pero no es así. Nunca es demasiado pronto para compartir momentos de lectura con los más pequeños, porque así desde edades muy tempranas empezarán a adquirir este hábito, se acostumbrarán a ir viendo libros, a saber que hay que pasar páginas para descubrir que más va a ocurrir en el cuento… pero aunque bien es cierto que es muy bueno iniciarles pronto en la lectura, también es muy importante no exigir ni presionar para que lo hagan porque lo primero de todo, a tener en cuenta, es que hay que respetar el ritmo de los niños y sus intereses.
Compartir momentos de lectura con niños tan pequeños es una experiencia muy placentera tanto para los niños como para la familia o maestros y además les ayuda a ir adquiriendo el hábito de la lectura. Y si lo hacemos de tal forma en la que el niño no se sienta presionado siempre podrá saber que ha disfrutado de la experiencia y seguirá así en un futuro.
¿Cuáles son los cuentos que utilizaremos para estas edades? Aquellos que tienen ilustraciones llenas de colorido y estimulantes para poder llamar la atención de los niños, ya que en esta etapa no es tan importante el teto como las imágenes, aunque sí pueden gustarles algunos que tengan un texto mínimo, fotografías de objetos familiares que les permitan establecer conexión entre lo impreso y el mundo real. Pero físicamente también debemos tener en cuenta cómo va a ser el libro porque están en pleno momento de experimentación y manipulación y tienen que ser de cartón resistente y seguro, de tamaño manejable para que puedan usarlo como quieran sin necesidad de tener ningún percance y puedan disfrutarlo a gusto.
Libros para niños de 18 meses a 3 años.
Con esta edad, en la que ya van siendo más mayores, los niños serán capaces de hacer sus primeros juicios e iniciarse en la etapa del lenguaje constituido, con lo cual ya serán capaces de saber cuáles son sus historias favoritas, aquellas que pidan que les contemos una y otra vez.
Y, para esta edad, ¿cuáles son los aspectos que debemos tener en cuenta para la mejor elección de los libros? Aquellos que tengan ilustraciones sugerentes y fotografías para hablar de ellas con el niño permitiendo así la interacción directa con el adulto, así como poesías, canciones, juegos acumulativos…
Podemos utilizar ya a estas edades, cuentos que hablen de sentimientos (celos, timidez, necesidad de cariño, búsqueda de identidad…) porque son momentos difíciles para ellos y me parece un buen apoyo tener la posibilidad de tener un cuento con el que se sientan identificados. Yo estoy totalmente a favor de esto, porque pueden ayudarles mucho a sentirse mejor y encontrar lo que buscan.
Como se ha podido ver en el caso anterior y a la vez en este, no tenemos que esperar a que los niños sepan a leer para ofrecerles diferentes cuentos porque las ilustraciones les atraerán a la lectura y con la imaginación que tienen ¡cómo no van a saber seguir la historia únicamente viendo las ilustraciones!
Libros para niños de 3 a 5 años.
El poder de los libros y con ellos el interés por la lectura y la literatura se consolida a esta edad y es por esto que en las escuelas existe la Hora del Cuento, son momentos de mucha importancia.
A esta edad ya están preparados para interpretar historias más complejas por esto lo mejor es elegir historias que les diviertan, con sentido del humor, expresadas de manera sencilla. Es muy importante hablar de casi todo con ellos y tener muy en cuenta la manera en la que expresarnos para que escuchen sin perder la atención.
Es muy bueno dedicar un rato a la lectura compartida sobre todo a la hora de dormir. Dejarles que sean ellos mismos lo que decidan los libros que más les gustan para así fomentar la toma de decisiones y tener en cuentos todos sus intereses y que se motiven ante la literatura.
Les encanta leer también historias sobre temas como caca, culo… es como algo que se tiene prohibido pero que a ellos les encanta. También les interesan los libros protagonizados por animales con el mismo comportamiento que un niño con los que pueden identificarse, precisamente porque se comportan igual que ellos. Y otros muchos libros que les ayuden a vencer los miedos, en cuanto a estas historias tenemos que saber de qué manera leerlos y qué postura tomar.
Para terminar la reflexión me gustaría apoyar el final que hace Luisa Mora en su artículo en el que anima a los padres a continuar acompañándoles en los momentos de lectura leyéndoles o contándoles cuentos además de llevarles a diferentes librerías y bibliotecas, esto hará que creen y mantenga hábitos de lectura. Acaba con una lista de cuentos adecuados a la etapa de Educación Infantil, para los primeros lectores, niños de 0 a 6 años.
Personalmente he de decir que ha sido un artículo que me ha gustado mucho y que me ha servido para tener aún más en cuenta la necesidad de que los libros sean adecuados para cada etapa. Lo tendré muy en cuenta para mi futuro profesional y la verdad es que es de agradecer que haya personas que puedan darnos pautas tan sencillas para poder adecuarnos a las necesidades de los niños.

Cupido y Psiqué

Había una vez, un rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psiqué, era mucho más hermosa que sus dos hermanas y al lado de ellas parecía una diosa entre simples mortales. La fama de su hermosura se extendió por toda la tierra y de todas partes los hombres se ponían en camino para admirarla con rendida adoración y prestarle pleitesía, como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir incluso que la misma Venus no podía rivalizar con ella. Y cuantos más y más se presentaban ante ella, menos se acordaban de Venus. Los templos de la diosa estaban abandonados, sus altares cubiertos de frías cenizas y las ciudades consagradas a la diosa se convertían en ruinas. Todos los honores reservados hasta entonces se le tributaban a una simple muchacha, destinada a morir en día no lejano.
La diosa no podía aceptar semejante situación, y como siempre que se encontraba en apuros, requirió ayuda de su hijo, que unos llaman Cupido y otros Amor, y contra cuyas flechas no existe protección en el cielo ni en la tierra. Le contó sus cuitas, y, como siempre, se prestó a obedecer sus órdenes. "Usa tu poder - le dijo ella - y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente de la más vil y despreciable criatura que haya en el mundo". Él lo habría hecho ciertamente si Venus, olvidando en el furor de sus celos que aquella belleza podría ilusionar al mismo dios del Amor, no le hubiera mostrado antes a Psiqué. Cuando la hubo visto, el mismo Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas. Nada dijo a su madre; la verdad es que no tenía fuerzas para proferir una sola palabra y Venus se marchó convencida de que la suerte de Psiqué estaba echada.
Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como ella creía. Psiqué no pensó nunca enamorarse de un malvado; en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella. Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola, después pasaban de largo y desposaban a otra. Sus dos hermanas, aun siendo infinitamente menos seductoras, habían celebrado dos espléndidas bodas, cada una con un rey. Psiqué, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre, pero jamás amada. Le parecía que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores. Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psiqué. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible. Apolo decretó que Psiqué, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola; el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismos dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa…
No se puede imaginar el desespero que se apoderó de aquellos a quienes el padre de Psiqué contó tan triste noticia. Se preparó a la joven como para sus funerales, y con más lamentos que si se tratara de conducirla a la tumba la llevaron a la colina. Solo Psiqué permanecía animosa y decidida. "Mas que llorar por mi -les dijo- debéis hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo. Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.
Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psiqué permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento de Céfiro, el más suave de los vientos. Sintió que se elevaba. Se deslizó de pies por el aire sobre la colina rocosa hasta una pradera mullida como un lecho y perfumada por las flores. El hizo lo posible para que olvidara sus penas y la durmió. Despertó después a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico. Parecía destinado a un dios, con sus columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas. Reinaba un silencio absoluto. Su interior parecía desierto y Psiqué se acercó cautelosa y atemorizada a la vista de tanto esplendor. Permaneció recelosa en el umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para ti -le decían-. Entra sin miedo y báñate, refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".
Nunca había tomado un baño tan delicioso ni probado platos tan agradables. Mientras comía, escuchó a su alrededor una dulce música, como un arpa que acompañaba a un numeroso coro. La oía pero tampoco la veía. Todo el día estuvo sola, acompañada únicamente por las voces que escuchaba. Pero sin podérselo explicar presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores. Sin verle siquiera, estaba cierta que no era un monstruo ni tenía forma espantosa, sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.
Aunque esta presencia mediatizada no podía satisfacerla plenamente, sin embargo se encontraba feliz y el tiempo transcurría rápido para ella. Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por ti -le dijo-. Pero no es conveniente que te descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas. Pero lloró todavía más cuando volvió su marido y ni siquiera las caricias que él le prodigó pudieron secar sus lágrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras -dijo- pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu propia destrucción". Después, solemnemente, le explicó que no se dejara persuadir por nadie para que intentara verle, pues quedaría separada de él para siempre. Psiqué obedeció entre protestas, pues prefería morir cien veces que vivir sin el. "Pero otórgame la alegría de ver a mis hermanas" le suplicó ella. Tristemente, él se lo concedió.
Al día siguiente, llevadas por Cefiro, las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre, con el corazón palpitante de emoción, Psiqué las esperaba; su alegría era muy grande. Transcurrió largo rato antes de que las tres lograran hablarse; su alegría era muy grande y solo pudieron expresarse en suspiros. Por fin entraron en el palacio y las dos hermanas mayores revolvieron todos los magníficos tesoros. En un opulento festín escucharon maravillosa música. Y la envidia, la amarga envida y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas. ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psiqué, que mantenía su palabra, solo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería. Después, les llenó las manos de oro y joyas y pidió a Cefiro que las devolviera a la colina. Dejaron a Psiqué, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa cólera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.
Aquella noche, el esposo de Psiqué le advirtió una vez más que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó que no podía dejar de verlas. ¿Tenía que prohibirle ver a sus hermanas a quienes tanto amaba? El cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas, cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad. Estaban convencidas de que, no solo Psiqué no lo había visto todavía, sino que incluso ignoraba su identidad. No le expusieron sus sospechas, pero le reprocharon por disimular tan triste situación a sus hermanas. Ellas lo habían comprendido, le dijeron, y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino mas bien la horrenda serpiente profetizada por el oráculo de Apolo. El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.
Psiqué, consternada, sentía que el terror invadía su corazón e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle, y sospechaba que debía tener para ello alguna poderosa razón, ¿Qué sabía de él en realidad? Si no era tan horrible, ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista? Triste, temblorosa y balbuceante, dio a entender a sus hermanas que no podía negar lo que le decían, pues hasta aquel momento su marido no la había poseído sino en la mas profunda oscuridad. "Debe ocultar algo horrible para que tema tanto la luz del día" dijo ella sollozando, y les pidió consejo.
Ellas lo tenían ya todo previsto, pues lo prepararon con antelación. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lámpara y empuñando el cuchillo, lo clavaría en la figura horrible que la luz le descubriera.
La dejaron abrumada por la duda y fuera de si, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche, había abandonado la lucha. Estaba decidida a matarlo.
Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendió la lámpara. Caminando sobre las puntas de los pies se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psiqué se hincó de rodillas y si el cuchillo no hubiera caído de sus manos temblorosas lo habría clavado en el propio pecho. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven. Se despertó sobresaltado, vio la luz y comprendió la desconfianza de Psiqué, y sin pronunciar palabra se marchó.
Hasta aquí, entre otras enseñanzas, este cuento nos enseña la dificultad de compaginar o combinar la razón (representada por Psiqué) y el amor y pasión (representada por Cupido)


Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adiós: "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra. ¿Se ha marchado para siempre?. De todas maneras -pensó ella llena de coraje- puedo pasar el resto de mi vida buscándolo. Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa: que jamás renunciaría a volverle a encontrar.
Entretanto, él fue a reunirse con su madre para pedirle que curara su herida, pero cuando Venus supo su historia y comprendió lo que Psiqué había pretendido, llena de cólera le dejó solo con su tristeza. Marchó en busca de la muchacha por cuya causa había sentido celos mortales. Venus estaba decidida a demostrar a Psiqué lo que cuesta escapar de la ira de una diosa.
La pobre Psiqué, en su desolado vagabundear, intentaba reconciliarse con los dioses. Les dirigía continuas y ardientes suplicas, pero ninguno de ellos quería granjearse la enemistad de Venus. Psiqué comprendió al fin que los dioses no le ofrecían esperanza alguna y tomó una rápida decisión. Se dirigiría a Venus, se ofrecería a servirla e intentaría apaciguar su cólera. "Y quién sabe -se dijo- quién sabe si él no estará en casa de su madre". Y se puso en camino para encontrar a la diosa, quien a su vez andaba buscándola.
Entretanto, Psiqué no sólo se tenía que preocupar de volverse a reunir con su marido y de ella misma, pues los primeros indicios de estar embarazada ya veían la luz.
Cuando las dos se encontraron, Venus se echó a reír y le dijo con desprecio si buscaba un marido, el que había tenido y que rehusaba verla después que escapó de la muerte a causa de las quemaduras que ella le causara. "Pero en verdad -dijo la diosa- eres tan descarada y te preocupas tan poco de tu aspecto que jamás encontraras un enamorado. Para darte pruebas de mi buena voluntad voy a enseñarte cómo hacerlo". Pidió gran cantidad de semillas de las más pequeñas, trigo, amapolas, mijo y otras, y las mezcló en un solo montón. "Por tu propio interés, procura que todas estén separadas para esta tarde" dijo la diosa. Y tras estas palabras se fue.
Psiqué quedo sola y, sentada, contempló el montón de semillas. No cabía en su cabeza la crueldad de esta orden que la desorientaba. Además, le parecía inútil ponerse a realizar un trabajo de tan difícil ejecución. Pero ella, que jamás despertó compasión de nadie en el mundo de los mortales ni de los inmortales, en esta penosa situación suscitó la piedad de las más pequeñas de las criaturas, las hormigas. "Venid, compadeceos de esta pobre criatura, ayudémosla pronto" se decían unas a otras. Todas respondieron a este llamamiento; vinieron en masa y trabajaron afanosamente separando y amontonando, y lo que fue un montón informe se convirtió en una serie de montoncillos bien ordenados, compuestos cada uno por una variedad de semilla. Así lo encontró Venus a su regreso, y al verlo se puso furiosa. "Aun no has terminado tu trabajo", le dijo. dio un mendrugo de pan a Psiqué y le ordenó dormir en el suelo, mientras ella se tendía en su lecho blando y perfumado.
Si la podía obligar por largo tiempo a un trabajo duro y penoso, e incluso hacerle pasar hambre, la belleza odiosa de esta muchacha no lo podría resistir. Entretanto, impediría que su hijo abandonara la habitación donde todavía se encontraba, sufriendo a causa de su herida. Venus se sentía satisfecha por el cariz que tomaban los acontecimientos.
A la mañana siguiente se le ocurrió un nuevo trabajo para Psiqué, una faena peligrosa. "Abajo, en la orilla del río, donde crecen unos espesos zarzales, se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ve y tráeme un poco de su brillante lana". Cuando la joven, extenuada, llegó junto a la corriente de agua, intentó lanzarse en ella y terminar así sus penas. Pero al inclinarse oyó una débil voz que parecía salir del suelo. Bajó los ojos y notó que la voz provenía del rosal. Le decían que no debía ahogarse, pues las cosas no se le presentaban mal. Los corderos estaban muy nerviosos y alborotados, pero si Psiqué esperaba un momento en que por la tarde salían de sus rediles para descansar y abrevar a la orilla del riachuelo, solo tendría que entrar en los corrales y recoger los copos de lana enganchados en las zarzas.
Así habló el dulce y gentil rosal, y Psiqué siguiendo su consejo recogió gran cantidad de hilos de oro para su cruel dueña. Venus la recibió con helada sonrisa. "Alguien te ha ayudado -le increpó bruscamente- tu sola no lo habrías podido realizar. Te voy a dar otra ocasión de probar que tienes el corazón tan decidido como aparentas. ¿Ves aquella agua tan negra que desciende de la colina? Es el nacimiento del río terrible y aborrecido, el Estige. Allí llevan a los difuntos para borrar sus recuerdos y pasar al reino de los muertos. Llena este frasco". Era la prueba más dura que le habían impuesto. Psiqué se dio cuenta al llegar a la cascada. Las rocas que la rodeaban eran escarpadas y deslizantes; el agua se precipitaba por lugares tan abruptos que solo una criatura alada podía aproximarse. Y efectivamente, un águila la ayudó. Planeaba con sus enormes alas por los alrededores cuando vio a Psiqué y se compadeció de ella. Con su pico le arrebató el frasco de sus manos, lo llenó de agua negra y se lo devolvió.
Pero Venus se dio cuenta. Todo lo que ocurría la incitaba a pruebas más difíciles. Dio una caja a Psiqué con la consigna de llevarla al hades y rogar a Perséfone, reina del mundo subterráneo, que metiera en ella un poco de su belleza. Psiqué debía insistir sin desmayos y hacer comprender a Perséfone que Venus padecía necesidad urgente, pues estaba ajada y agotada de atender a su hijo enfermo. Obediente como siempre, Psiqué se fue a buscar el camino que conducía al Hades. Cuando pasaba ante una torre, ésta se ofreció a guiarla y le señaló el rumbo que la llevaría al palacio de Perséfone: debía pasar primero por un gran agujero que había en tierra y después por el río de la muerte donde debía entregar una moneda al barquero Caronte para que la transportara a la otra orilla. Allí el camino descendía recto al palacio. Cancerbero, el perro de tres cabezas, guardaba las puertas, pero si ella le ofrecía un dulce se amansaría y le permitiría entrar.
Todo ocurrió como la torre anunció. Perséfone no deseaba más que servir a Venus; Psiqué, muy animada, tomó la caja y volvió más rápida que había ido.
Llevada por la curiosidad, y más todavía por su vanidad, quiso ver el encanto que la caja contenía y, a poder ser, usar un poco en ella misma. Al igual que Venus, sabía que su belleza estaba resentida por los sufrimientos y no le abandonaba un instante la idea de recobrar a Cupido. ¡Ojala otra vez pudiera volverse mas bella para él! Incapaz de resistir la tentación, abrió la caja y con gran desencanto no encontró nada; estaba vacía. Entonces un decaimiento mortal se apoderó de ella y cayó en un profundo sueño.
En este crítico momento intervino el dios del Amor. La herida de Cupido ya había curado y deseaba ardientemente encontrar de nuevo a Psiqué. Es difícil contener el amor. Venus había cerrado las puertas, pero quedaban las ventanas. Nada más fácil para Cupido que escapar por una de ellas y buscar a su esposa. En un momento arrancó el sueño de los ojos de Psiqué y lo encerró en la caja. Después despertó a su mujer con un beso. La riñó un poco por su curiosidad, le dijo que llevara a su madre la caja de Perséfone y le aseguró que todo en adelante tendría un feliz desenlace.
Mientras Psiqué se apresuraba a obedecer, el dios del Amor se marchó al Olimpo. Quería asegurarse de que Venus no le pondría más dificultades y planteó el caso ante Júpiter. El padre de los dioses y de los hombres consintió enseguida en todo lo que Cupido le pedía. Convocó a los dioses y les anunció (a Venus y a los demás) que Cupido y Psiqué estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa. Mercurio elevó a Psiqué hasta el cielo y la depositó en el palacio de los dioses. El mismo Júpiter le hizo gustar la ambrosía que le otorgaba la inmortalidad. Esto, naturalmente, cambiaba la situación. Venus no podía ya censurar a la diosa que había llegado a ser su bella nuera. Se imponía una alianza y así pensó que Psiqué, viviendo en el cielo con su marido, le faltaría tiempo para bajar a la tierra, acaparar la atención de los hombres e inmiscuirse en su culto.
Al poco tiempo, de estar nuevamente juntos, Psiqué dio a luz a un niño y una niña, cuyos nombres fueron Placer y Delicia. Todo terminó felizmente. El Amor y el Alma se buscaron y tras duras pruebas se encontraron. Y esta unión no debía romperse jamás.
Esta segunda parte de la fábula de Cupido y Psiqué, nos enseña que cuando encuentras el amor verdadero, es posible combinar la razón y la pasión, y que cuando se consigue equilibrar ambos elementos se consigue el placer y la delicia.
Quería dejar en mi blog esta magnífica historia de la mitología para poder leerla cuando quiera y no perderla, porque fue una historia que me gustó mucho y disfruté muchísimo escuchándola.

El "nonsense", un arma contra las mentes cuadradas

En este texto, la autora, Consuelo Armijo, se ha basado en el género literario cultivado por Lewis Carrol, el nonsense que significa “sin sentido”
Este artículo me ha hecho reflexionar sobre todas esas cosas que vemos y sabemos lo que pasa con ellas, o bien que nos las ha contado alguien que sabe sobre ese tema en concreto, pero bien es cierto que no nos preguntamos el porqué de todo eso, lo aceptamos sin más porque lo estamos viendo y nos creemos a ciencia cierta aquello que nos cuentan porque no lo conocemos. Pero, ¿no estaría bien pensar por qué suceden ciertas cosas? Por ejemplo, ¿por qué sale lava de un volcán?
Tenemos que plantearnos el porqué de las cosas, por ejemplo si alguien no hubiera pensado en la Tierra y se hubiera opuesto al hecho de que era plana, aún seguiríamos pensando que eso es así, y no se hubiera descubierto que es redonda. O si a Newton no se le hubiera caído la manzana en la cabeza no hubiéramos descubierto que existe la ley de la gravedad, todo se quedaría en algo simple, las cosas se caen y van hacia abajo porque sí. Pero se ha podido demostrar que las cosas son más complejas y que por gente como ellos, que han pensado y reflexionando mucho tiempo sobre ello, ahora conocemos todo esto. Nos han enseñado que tenemos que ir más allá, pensar y reflexionar. Y mucho de lo que sabemos ahora se lo debemos a personas como ellos, personas que se han preocupado por ir más allá.
Nosotros, los adultos, lo que hacemos es creer, como he dicho anteriormente a ciencia cierta, pero, ¿no podemos pensar que los niños no tienen la mente tan cuadrada? Ellos pueden ir más allá de lo que nosotros entendemos por realidad. Si quieren pintan un cielo rosa, pero ahí están los adultos preocupados y diciéndole que eso no es así que el cielo es azul y punto, pero hay que entender que los niños no lo ven así, como bien dice Consuelo Armijo el cielo puede ser de muchos colores, cuando se hace de noche tiende al color negro, ¿o alguien lo ve azul al anochecer? En el atardecer, incluso, tiene colores como el rojo o… ¡el rosa!, ¡anda! ¡Pero si el cielo no es siempre azul! Tenemos que pensar que los niños no son como nosotros y dejar que sean creativos, que hagan las cosas como ellos piensen no como nosotros creamos. Quizá, como dice Consuelo Armijo, la vida nos vaya cuadrando la mente, a si que tenemos que dejar a los niños que den rienda suelta a su imaginación, gran característica de esta etapa.
Con lo cual los niños tienen que expresarse como más les guste y pintar los dibujos como ellos lo imaginen, las cosas no son siempre igual, como en el caso del cielo podemos saber que no todo es como nos lo pintan, como nos lo quieren enseñar. No todo es tan cuadriculado.
Quiero acabar con la reflexión final de este artículo en el que dice que debemos de acostumbrar a la nueva generación al nonsense y estoy totalmente de acuerdo, quizá dejándoles expresarse sean ellos en un futuro los que nos descubran nuevas experiencias y momentos importantes en la vida.
Deberíamos aprender de los niños y su nonsense. Porque leyendo este artículo me he dado cuenta de que ¡ser adulto es un aburrimiento! Empezaré a preguntarme el porqué de las cosas y pensar en que no todo es porque sí, porque nos lo han enseñado así y punto. Que todo puede pensarse y reflexionarse.

Poemas Gloria Fuertes

La pata mete la pata

La pata desplumada,
cua, cua, cua,
como es patosa,
cua, cua, cua,
ha metido la pata,
cua, cua, cua,
en una poza.

-¡Grua!, ¡grua!, ¡grua!
En la poza había un Cerdito
vivito y guarreando,
con el barro de la poza,
el cerdito jugando.

El cerdito le dijo:
-Saca la pata,
pata hermosa.
Y la pata patera
le dio una rosa.

Por la granja pasean
comiendo higos.
¡El cerdito y la pata
se han hecho amigos!
           Gloria Fuertes

La historia de un perrito
Regalaron a los niños
un cachorro de seis días.
El perrito casi no andaba ni veía.
Le criaron con biberón
y puré de salchichas,
pero no lo acariciaban,
le estrujaban,
le estrujaban. ¡qué paliza!
El perro a los niños
les alegraba, les hacía niñerías.
Los niños al perro
le hacían perrerías.
Creció el perro paso a paso,
y los niños ya no le hacían caso.
Cuando la familia
se fue de vacaciones,
le abandonaron en la carretera
entre unos camiones.
Y dijo el perro ladrando en voz alta
(que quien lo escuche se asombre)
-Me dan ganas de dejar de ser
el mejor amigo del hombre.
Pasó días sin beber nada,
sin comer algo.
El perro cambió de raza,
parecía un galgo.
Le recogió un viejo mendigo.
Le dijo: -Voy a ser tu amigo,
te cortaré el flequillo
y serás mi lazarillo.
El perro movió el rabo,
estiró el hocico,
movió la nariz,
por primera vez fue feliz.
El gallo despertador
Kikirikí,
estoy aquí,
decía el gallo
Colibrí.
El gallo Colibrí
era pelirrojo,
y era su traje
de hermoso plumaje.
Kikirikí.
levántate campesino,
que ya está el sol
de camino.
-Kikiriki.
levántate labrador,
despierta con alegria,
que viene el dia.
-Kikiriki.
Niños del pueblo
despertad con el ole,
que os esperan en el "cole'.
El pueblo no necesita reloj,
le vale el gallo despertador.
Gloria Fuertes

Doña Pito Piturra

Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
muy elegantes.

Doña Pito Piturra
tiene un sombrero;
Doña Pito Piturra,
con un plumero.

Dona Pito Piturra
tiene un zapato;
Doña Pito Piturra,
le vino ancho.

Dona Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
le están muy grandes.

Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
Lo he dicho antes.
            Gloria Fuertes



¡Pobre burro!
El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.
¿Qué culpa tiene el burro de ser burro?
En el pueblo del burro no hay escuela.
El burro se pasa la vida trabajando,
tirando de un carro,
sin pena ni gloria,
y los fines de semana
atado a la noria.
El burro no sabe leer,
pero tiene memoria.
El burro llega el último a la meta,
¡pero le cantan los poetas!
El burro duerme en cabaña de lona.
No llámar burro al burro,
llamarle "ayudante del hombre"
o llamarle persona.
                                   Gloria Fuertes

Como se dibuja a un niño
Para dibujar un niño
hay que hacerlo con cariño.
Pintarle mucho flequillo,
- que esté comiendo un barquillo -;
muchas pecas en la cara
que se note que es un pillo;
- pillo rima con flequillo
y quiere decir travieso -.
Continuemos el dibujo:
redonda cara de queso.

Como es un niño de moda,
bebe jarabe con soda.
Lleva pantalón vaquero
con un hermoso agujero;
camiseta americana
y una gorrita de pana.
Las botas de futbolista
- porque chutando es artista -.
Se ríe continuamente,
porque es muy inteligente.
Debajo del brazo un cuento
por eso está tan contento.

Para dibujar un niño
hay que hacerlo con cariño.
                         Gloria Fuertes

Me ha encantado poder leer estos poemas, porque la verdad es que no me acordaba de ninguno de Gloria Fuertes, debe ser por eso que hemos dicho siempre de que la escuela no fomenta el interés por la poesía. Hay algunos graciosos, otros tristes... e inclusos algunos que les enseñan.
Cada vez que leía uno me acordaba de los niños y de lo que se ha podido disfrutar con ellos, y aún se sigue disfrutando claro, si se ha hecho de una buena manera y motivando a los niños por ellos.
La verdad que me parece admirable que haya sido la única que haya sabido y podido hacer poemas para los más pequeños.
La que más me ha gustado es la de “cómo se dibuja a un niño”, se nota que les tiene mucho cariño y se puede ver la delicadeza con la que ha hecho el poema, o eso es lo que me ha transmitido a mí. A medida que vas leyendo el poema te vas imaginando como es ese niño, y lo más importante y que más me ha gustado es: “para dibujar a un niño hay que hacerlo con cariño”.