Había una vez una familia de etnia gitana, la más pequeña de la familia tenía 15 años y se llamaba Esther, pensaban que ella ya tenía edad de casarse y comenzaron a buscar al mejor gitano que existiera entre las diferentes familias.
Y así ocurrió, al poco tiempo Esther conoció a su futuro marido, la familia les presentó en casa de Esther. Pero ella no estaba muy convencida, no le gustaba eso de que tuvieran que obligarla a casarse, no conocía de nada a Ray, que así se llamaba el chico. Pero es que además al verle no había tenido ningún sentimiento hacia él y eso no la gustaba, si alguna vez tenía pareja quería que fuera por su propia decisión y por tener sentimientos hacia esa persona.
Entonces Esther pensó que le haría unas pruebas y que si de verdad quería casarse con ella debía de conseguirlas. Pero ella las haría tan difíciles que seguro no las conseguiría.
Estuvo pensando mucho mucho tiempo hasta que se le ocurrió una prueba muy complicada, le pidió una pinza en forma de pez para recogerse el pelo, pero que tendría que brillar tanto como el sol. Ray se puso manos a la obra e investigó por todos lados para ver cómo podía conseguirlo, hasta que hablando con muchas familias la consiguió, se la llevó a su casa y Esther muy sorprendida dijo:
- Vale, has conseguido la primera prueba. Ahora te haré la segunda.
Pensó en otra, aún más difícil que la anterior. Esta vez quería una piedra mágica, una piedra tan luminosa que pudiera alumbrar el camino en la oscuridad.
Otra vez Ray estuvo pensando cómo conseguirlo, se fue a un bosque cercano para poder estar tranquilo, dando una vuelta vio una luz que brillaba mucho, ¡salía del río! Se sumergió para averiguar qué podía pasar y descubrió una preciosa piedra, ¡brillaba muchísimo! Era mágica, nunca había visto una piedra antes que brillara tanto, la sacó y pensó que esa era la piedra que Esther le estaba pidiendo. Fue corriendo hacia su casa muy contento, pensando que esta vez sí iba a casarse con ella, que ya aceptaría.
Esther aceptó que él estuviera consiguiendo todas las pruebas, pero no quería, aún así, casarse con él, a si que esa misma noche decidió escaparse de su casa e iba tan deprisa que lo primero que pudo coger fueron esos objetos que Ray la había conseguido y regalado.
Se fue al bosque pero estaba tan oscuro que apenas veía, se acordó de esa piedra tan luminosa, la piedra mágica, y decidió sacarla, ésta le iluminó todo el camino hasta que consiguió salir del bosque, se quedó tumbada un rato en el suelo porque estaba muy cansada. Hasta que apareció un chico que le preguntó que qué hacía ahí pero ella no quería decir nada y él la vio tan mal que la ofreció ir a su casa.
Esther se dio cuenta de que gracias a Sergio, que así se llamaba el chico, tenía una casa en la que refugiarse, pero es que además por él había sentido algo que nunca antes había podido imaginar que existía, eso que su familia quería que sintiera por Ray, querer que fuera su pareja.
Y Esther que era muy lista, decidió enseñarle la piedra tan luminosa queriéndole demostrar que era mágica y poder sorprenderle, le dijo:
- Vamos a salir al bosque y verás lo que ocurre.
Así hicieron, llegaron al bosque y empezaron a caminar, Esther sacó la piedra y Sergio se dio cuenta de que era una piedra que nunca había visto, que nunca nadie antes había tenido. Estuvieron horas y horas por allí y del cansancio decidieron irse a casa de Sergio. Esa noche Esther dormiría allí.
Cuando Sergio se acostó no podía dejar de pensar en la noche que habían pasado, Esther estaba empezando a conseguir lo que tanto quería.
Se despertaron y pasaron el día juntos, los dos estaban muy contentos y a gusto. Pero cuando llegó la noche Esther quiso ponerse tan guapa para Sergio que se arregló y se pudo la pinza en forma de pez que tanto brillaba y se hizo un recogido precioso, la brillaba hasta la cara. Salió de su habitación y allí estaba Sergio, esperándola, se quedó sorprendido de su belleza y se dio cuenta de que la quería, que la noche anterior fue maravillosa y que al verla salir de la habitación empezó a sentir algo que tampoco él sabía que existía.
Y así Esther consiguió lo que estaba buscando, un chico al cual quisiera y que fuera porque ella lo había decidido, nadie la había impuesto nada.
Muy bien.
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